El alcohólico bohemio y autodestructivo que deambulaba por las calles de La Paz con una cebolla en el ojal importunando a las colegialas o el artista genial ignorado por la sociedad que revolucionó la pintura y la literatura bolivianas.
Desde su muerte, en 1953, ante la ausencia de estudios sistemáticos o de una biografía relativamente documentada, una serie de mitos se ha tejido y repetido en torno a él. Esas historias, muy frecuentemente anecdóticas, están hechas de datos ciertos, medias verdades y sucesos imaginarios, de buenas voluntades o
malas intenciones, de equívocos y deseos. Paralelamente, el conocimiento y el reconocimiento de su obra, tanto la pictórica como la literaria, ha sido a lo largo de ese tiempo un proceso intermitente marcado por súbitos entusiasmos y largos olvidos.
El libro Arturo Borda. Historia desconocida de un artista boliviano (2010) del historiador Ronald Roa Balderrama, producto de una larga y minuciosa investiga
ción, echa luces sobre la vida y la obra del artista paceño nacido en 1883.
Borda no fue, por ejemplo, un 'marginal' sino miembro de una familia que participó en los círculos sociales y de poder de su época. En las tres primeras décadas del siglo XX, las de mayor intensidad en su vida intelectual y artística, fue un pintor reconocido que exponía en los salones del Círculo de Bellas Artes y sus ideas se difundían en los principales periódicos de La Paz. El artista, contrariamente a lo que se ha afirmado, no mantuvo en reserva ni rechazó la publicación de su obra literaria, el voluminoso e inclasificable libro titulado El loco; por el contrario, se empeñó más de una vez en que viera la luz. Su activismo político no se limitó a la organización de los primeros sindicatos obreros de corte anarquista; se prolongó de manera comprometida durante el gobierno de Hernando Siles con una visión más bien nacionalista. No murió, en fin, en el abandono y la miseria. Su entierro, 'de primera clase' se pagó con un cuadro suyo adquirido por el Estado boliviano.
El libro de Roa Balderrama fue editado por el Museo Nacional de Arte y la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. En su origen, es una tesis académica de más de 400 páginas con la que el autor se licenció de la carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés. El libro recoge una parte de ese voluminoso trabajo. A pocos meses de su publicación y sin haber presentado su libro en La Paz, a sus 55 años, Roa Balderrama murió, el 9 de agosto de2010, en Santa Cruz de la Sierra, ciudad donde residía.
Aunque el autor reconoce que no hay condiciones para la elaboración de un catálogo exhaustivo de la obra pictórica de Borda (muchos cuadros se perdieron y otros tantos están dispersos), documenta con mucho detalle sus exposiciones, especialmente las primeras, que fueron bien recibidas y dan cuenta de su gran
productividad: en 1915 expuso 30 lienzos; en 1917, 240 pinturas; en 1919, en Buenos Aires, 78 obras.
Otro aspecto sobre el cual la investigación de Roa aporta información documentada es la accidentada historia de la escritura y publicación de El loco. La obra habría sido escrita entre 1902 y 1925. Ese año, Borda propuso su publicación al Concejo de La Paz "en concepto de contribución personal al porvenir de la República en su primer centenario". En ese momento El loco tenía 1.414 páginas divididas en cuatro tomos. En 1932, durante la Guerra del Chaco, ofreció su obra al Centro de Propaganda y Defensa Nacional como un aporte destinado a recaudar fondos para el esfuerzo bélico. Para entonces su libro tenía ocho
tomos de 300 páginas cada uno. En 1937, Borda obsequió los originales de El loco a su sobrino Luis Alarcón Borda como regalo de bodas. Esa versión del libro ha desaparecido. Según los datos de Roa, en los años 40 Borda volvió a escribir El loco, y es esa segunda versión la que se publicó en tres tomos en
1966.
El activismo político y sindical de Borda también está ampliamente documentado en el libro de Roa. Lo mismo sucede con otras facetas de su vida, como su participación en el naciente cine boliviano en la década de los 30, que no limita a su actuación en Wara Wara, o su relación con Gesta Bárbara, la agrupación
de la que formaron parte, entre otros, Gamaliel Churata y Carlos Medinaceli.
Arturo Borda. Historia desconocida de un artista boliviano aporta, sobre todo, información y documentación que puede permitir una aproximación más objetiva y menos especulativa a la vida y la obra del artista.
Borda, un célebre desconocido
Arturo Borda nació en La Paz el 14 de octubre de 1883. Murió, en la misma ciudad, tras haber ingerido accidentalmente ácido muriático el 17 de junio de 1953.
Después de su muerte, su obra cayó en el olvido. En 1966, el crítico norteamericano John Canaday escribió en el New York Times un elogioso artículo sobre un cuadro suyo. Este hecho determinó el inmediato interés nacional en su obra. Ese mismo año se organizó una muestra de su pintura y la Alcaldía de La Paz
publicó los tres tomos de su obra El loco.
Desde su muerte, en 1953, ante la ausencia de estudios sistemáticos o de una biografía relativamente documentada, una serie de mitos se ha tejido y repetido en torno a él. Esas historias, muy frecuentemente anecdóticas, están hechas de datos ciertos, medias verdades y sucesos imaginarios, de buenas voluntades o
malas intenciones, de equívocos y deseos. Paralelamente, el conocimiento y el reconocimiento de su obra, tanto la pictórica como la literaria, ha sido a lo largo de ese tiempo un proceso intermitente marcado por súbitos entusiasmos y largos olvidos.
El libro Arturo Borda. Historia desconocida de un artista boliviano (2010) del historiador Ronald Roa Balderrama, producto de una larga y minuciosa investiga
ción, echa luces sobre la vida y la obra del artista paceño nacido en 1883.
Borda no fue, por ejemplo, un 'marginal' sino miembro de una familia que participó en los círculos sociales y de poder de su época. En las tres primeras décadas del siglo XX, las de mayor intensidad en su vida intelectual y artística, fue un pintor reconocido que exponía en los salones del Círculo de Bellas Artes y sus ideas se difundían en los principales periódicos de La Paz. El artista, contrariamente a lo que se ha afirmado, no mantuvo en reserva ni rechazó la publicación de su obra literaria, el voluminoso e inclasificable libro titulado El loco; por el contrario, se empeñó más de una vez en que viera la luz. Su activismo político no se limitó a la organización de los primeros sindicatos obreros de corte anarquista; se prolongó de manera comprometida durante el gobierno de Hernando Siles con una visión más bien nacionalista. No murió, en fin, en el abandono y la miseria. Su entierro, 'de primera clase' se pagó con un cuadro suyo adquirido por el Estado boliviano.
El libro de Roa Balderrama fue editado por el Museo Nacional de Arte y la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. En su origen, es una tesis académica de más de 400 páginas con la que el autor se licenció de la carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés. El libro recoge una parte de ese voluminoso trabajo. A pocos meses de su publicación y sin haber presentado su libro en La Paz, a sus 55 años, Roa Balderrama murió, el 9 de agosto de2010, en Santa Cruz de la Sierra, ciudad donde residía.
Aunque el autor reconoce que no hay condiciones para la elaboración de un catálogo exhaustivo de la obra pictórica de Borda (muchos cuadros se perdieron y otros tantos están dispersos), documenta con mucho detalle sus exposiciones, especialmente las primeras, que fueron bien recibidas y dan cuenta de su gran
productividad: en 1915 expuso 30 lienzos; en 1917, 240 pinturas; en 1919, en Buenos Aires, 78 obras.
Otro aspecto sobre el cual la investigación de Roa aporta información documentada es la accidentada historia de la escritura y publicación de El loco. La obra habría sido escrita entre 1902 y 1925. Ese año, Borda propuso su publicación al Concejo de La Paz "en concepto de contribución personal al porvenir de la República en su primer centenario". En ese momento El loco tenía 1.414 páginas divididas en cuatro tomos. En 1932, durante la Guerra del Chaco, ofreció su obra al Centro de Propaganda y Defensa Nacional como un aporte destinado a recaudar fondos para el esfuerzo bélico. Para entonces su libro tenía ocho
tomos de 300 páginas cada uno. En 1937, Borda obsequió los originales de El loco a su sobrino Luis Alarcón Borda como regalo de bodas. Esa versión del libro ha desaparecido. Según los datos de Roa, en los años 40 Borda volvió a escribir El loco, y es esa segunda versión la que se publicó en tres tomos en
1966.
El activismo político y sindical de Borda también está ampliamente documentado en el libro de Roa. Lo mismo sucede con otras facetas de su vida, como su participación en el naciente cine boliviano en la década de los 30, que no limita a su actuación en Wara Wara, o su relación con Gesta Bárbara, la agrupación
de la que formaron parte, entre otros, Gamaliel Churata y Carlos Medinaceli.
Arturo Borda. Historia desconocida de un artista boliviano aporta, sobre todo, información y documentación que puede permitir una aproximación más objetiva y menos especulativa a la vida y la obra del artista.
Borda, un célebre desconocido
Arturo Borda nació en La Paz el 14 de octubre de 1883. Murió, en la misma ciudad, tras haber ingerido accidentalmente ácido muriático el 17 de junio de 1953.
Después de su muerte, su obra cayó en el olvido. En 1966, el crítico norteamericano John Canaday escribió en el New York Times un elogioso artículo sobre un cuadro suyo. Este hecho determinó el inmediato interés nacional en su obra. Ese mismo año se organizó una muestra de su pintura y la Alcaldía de La Paz
publicó los tres tomos de su obra El loco.
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