Cuando mi madre sintió que vivía yo en su seno ¿tuvo miedo o vergüenza y acaso tembló? Entonces, tal vez sin saber, quizá premeditadamente o contra su voluntad, por imposición de mi padre, o sin que el sepa, se tragó el abortivo y, no obstante he nacido yo? Esto no podía ser: yo era una afrenta, una delación. ¡Dios sabe de qué crimen que era fuerza ocultarlo: incesto, sacrilegio, violación, en fin, ¿quién sabe qué?, por cuya causa mi existencia no podía ser! Mi muerte estaba, pues, decretada. Pero nací. Y al instante, cual si fuera una ascua incendiaria o un vómito maldito, me arrojaron al arroyo, quizá al anochecer, tal vez a la aurora? No sé. Y estuve así a la intemperie, desnudo, sin nombre, agonizando, cuando a la mañana viene una chancha preñada, hozando en el lodo hasta que me mira y se me viene satisfecha, y, hocicándome de pies a cabeza, me revuelca en el muladar, buscando dónde hincarme sus colmillos; pero en eso una mujer del pueblo que oportunamente ve el horror que esta por consumarse, corre, espanta a la bestia y me salva para mi mal. Después me lleva a la inclusa , de donde más tarde un viejo me toma a su cargo, para, pasado algún tiempo, echarme de su casa, enrostrándome mi origen. Pasa el tiempo y descubro en mí el indeleble estigma del abortivo. Mi existencia se vuelve un tormento sin tregua...
(Fragmento de El Loco, La Paz, 1918)
(Fragmento de El Loco, La Paz, 1918)
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